Hace cincuenta años, Il Monumento Continuo (1969-1970) cubría el globo terráqueo con una trama envolvente. La serie de collages del grupo de arquitectura radical Superstudio vaticinaba fenómenos de la era del capitalismo global como la conectividad de las autopistas de la información, la homogeneización de los estilos de vida o, incluso, la destrucción del empleo. Lo hacía de un modo crítico e irónico, mientras señalaba el papel central de la arquitectura en la producción del espacio social.
La arquitectura será también el objeto de una serie fotográfica coetánea. En lugar de hacerlo a través de un escenario ficticio para el futuro, en The Bowery in two inadequate description systems (1974-75), Martha Rosler documentaba en texto y fotografía esquinas, escaparates y negocios a pie de calle de un área urbana deprimida, retazos de arquitecturas reales, obsoletas y a punto de desaparecer.
“Los sistemas descriptivos son inadecuados para la experiencia. Pero entonces la pregunta es: ¿qué es la experiencia?”. En una conversación en 1999[1], justo en el momento en el que el Bowery neoyorquino iniciaba un profundo proceso de transformación urbanística y experimentaba un dramático incremento en el valor de su suelo, la reflexión de Rosler en relación al título de la serie ponía el acento en otro proceso inherente al desarrollo del capitalismo global: la devaluación de la experiencia a través de su conversión en producto de consumo. De ese modo, la artista apuntaba al papel paradójico que el arte juega en esos mismos procesos. Así, mientras a día de hoy funciona como un continuo proveedor y facilitador de experiencias, el arte es una práctica que es esencialmente crítica.
[1] “Una conversación. Martha Rosler y Benjamin H. D. Buchloh”. En Martha Rosler: Posiciones en el mundo real. Barcelona: MACBA/Actar, 1999 [Recogido en Quaderns Portàtils #18, 2009].